23 de julio de 2010

EE.UU. ES INSOLVENTE

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¿Por qué dio la calificadora china una nota AA a la deuda soberana de EE.UU. si no es más que basura?



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Matthias Chang
Global Research
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Desde cualquier punto de vista, EE.UU. es insolvente.


No es mi evaluación personal sino la de “expertos” y economistas de reputación mundial e instituciones financieras. Basta con buscar “US debts” [Deudas de EE.UU.] en Google y hay miles de analistas que declaran que no hay forma de que EE.UU. pueda llegar a pagar un día sus deudas. EE.UU. ni siquiera puede liquidar el interés acumulado sobre las deudas impagadas. ¡Las deudas ascienden a billones! [millones de millones]

El Casey Daily Dispatch señaló:

La simple realidad a la que despierta la Reserva Federal es que los fundamentos estructurales de la economía están dañados más allá de todo arreglo rápido o fácil. Eso, porque hasta que se saque la deuda del sistema, bien a través de suspensión de pagos o de una inflación desenfrenada –no hay la menor probabilidad de que se pague realmente en algo que se parezca remotamente a los actuales dólares– el equivalente de una Peste Negra económica que va a plagar al país.

Las agencias calificadoras estadounidenses, Moody’s, Standard & Poor’s, y Fitch Ratings todavía dan para EE.UU. una colosal calificación AAA. Esas mismas agencias dieron calificaciones AAA a las Obligaciones de Deuda Colateralizadas (CDO) y a otros productos financieros vendidos por los bancos globales demasiado-grandes-para-caer, cuando en realidad se trataba de basura. Fue necesario un tsunami financiero para sacar a la luz sus fraudulentas prácticas.

Por lo tanto no doy demasiado crédito a las calificaciones de esas instituciones deshonestas.


La Asociación Nacional de la Inflación (NIA) cree que la verdadera calificación crediticia de EE.UU. debería ser basura. Pero tampoco hay que creerle.


¿Entonces cómo sabemos con seguridad que la deuda de EE.UU. debería calificarse como basura?


¡Muy simple! Apliquemos sentido común a lo que vemos.


Desde que EE.UU. no pagó sus deudas en 1971, cuando el presidente Nixon negó a los acreedores globales y soberanos el derecho a la redención en oro de los dólares de EE.UU., este último ha tenido los días contados. EE.UU. estafó al mundo para que aceptara su divisa de papel higiénico y desplegó sus poderosas fuerzas armadas, para asegurar su acatamiento, contra los que se atrevieron a cuestionar la integridad de su moneda sin cobertura.


Las elites bancarias globales emplearon entonces a economistas dóciles de todo el mundo para pregonar los méritos del tipo de cambio flotante como mecanismo para determinar el valor de una moneda. Los países fueron obligados por amenazas de guerra o golpes a vincular sus monedas al dólar. El dólar se convirtió en la “base” en lugar del oro. El comercio tuvo que ser denominado en dólares estadounidenses, lo que dio a EE.UU. una ventaja indebida.

Esta “base” dio una ilusión de fuerza al dólar estadounidense y solvencia a EE.UU. Mientras otros tienen que producir y ganar un ingreso en una “moneda local” y luego cambiarla por dólares de EE.UU. para importar y / o comprar bienes (más de un 80% del comercio global se denomina en dólares), el “tigre de papel EE.UU.” sólo tiene que imprimir dinero para pagar por bienes y servicios cuando sus ingresos son insuficientes para pagar y sostener su nivel de vida.


¡Durante más de 37 años, EE.UU. se salió con la suya con este engaño!


Durante más de 37 años, gente en todo el mundo ha vendido sus productos a EE.UU. a cambio de un papel con una cifra impresa, una cifra que señala su valor, es decir, un billete de 100 dólares, etc. La gente simplemente aceptó la cifra impresa en el papel como reflejo del “verdadero valor” de la divisa. En realidad no tiene valor. Cuesta sólo unos pocos centavos imprimir la moneda en papel higiénico.

Mediante una propaganda astuta se llevó a la gente a creer que el valor es el que está impreso en el papel. Nadie se atreve a cuestionar lo absurdo de esta proposición.

Pero ahora hemos llegado a la etapa de colapso total del sistema global de moneda sin cobertura. Cada país en el mundo desarrollado está implementando la política de expansión monetaria cuantitativa (la jerga de los banqueros centrales para crear dinero de la nada) en un esfuerzo desesperado para pagar crecientes deudas e intereses compuestos en billones [millones de millones]. En menor grado, los países en desarrollo también siguen el consenso de Washington. El sistema financiero global está inundado de divisas en papel higiénico.


¿Cuál será la etapa final?


Esperemos y pensemos brevemente. Apliquemos el sentido común.

El dólar $, el euro €, la libra £, el yen ¥, etc. son todas divisas sin cobertura –no tienen un valor intrínseco. Su valor es una cifra impresa arbitrariamente sobre el papel y sancionada por banqueros centrales como “moneda de curso legal”.


En esencia, todos son basura –monedas de papel higiénico- ¿Entonces, cómo “flotan” las unas contra las otras según el sistema global de tipos de cambios flotantes?

Ahora la cosa se pone divertida.

¿Cómo se compara una basura con otra? ¿Cómo se determina el tipo de cambio de una basura respecto a otra? ¡Basura es basura!


Olvidemos las fuerzas de mercado que determinan los valores de diversas divisas basura. Son determinados por banqueros centrales y nadie más.


Si un dólar estadounidense es equivalente a 3,40 Ringgit o a 1,18 Euros o a 90 Yen es arbitrariamente decidido por los respectivos bancos centrales. Y no hay nada que vosotros o yo podamos hacer al respecto. Si sirve el interés de un país que su moneda se devalúe, el banco central de ese país permitirá que su moneda se devalúe y viceversa.


Algunas veces, los banqueros centrales hacen que sus cómplices, los fondos de alto riesgo, manipulen con ellos el mercado de monedas extranjeras mediante el comercio de derivados. Y mientras los banqueros centrales y sus cómplices mantengan las fluctuaciones en un período dado de acuerdo con los parámetros nerviosamente acordados por los banqueros centrales, no sucederá gran cosa. Los problemas aparecerán cuando los banqueros centrales no se puedan poner de acuerdo en los parámetros, lo que a menudo lleva a guerras comerciales e incluso a guerras “calientes”.


¿No me creéis?
Os daré dos ejemplos:

El Acuerdo Plaza

En 1985, a pedido de EE.UU., Francia, Alemania, Japón y EE.UU. acordaron reducir deliberadamente la tasa de cambio del dólar. En el momento pertinente, EE.UU. tenía inmensos déficits, especialmente con Japón. El acuerdo, conocido como el Acuerdo Plaza, debía ayudar a EE.UU. a reducir su inmenso déficit comercial para ayudar a su economía a salir de la larga recesión de los años ochenta. La intervención tuvo tanto éxito que el dólar se depreció más allá del objetivo. A finales de 1987, el dólar había caído en un 54% contra el marco alemán y el yen, de su máximo en febrero de 1985. Esta fuerte caída causó otro pánico, el de una caída descontrolada del dólar.

Para encarar y revertir la excesiva depreciación del dólar, el mismo grupo de países acordó en 1987 fortalecer el dólar. Este último esfuerzo se conoció como el Acuerdo Louvre. ¡Otra manifiesta manipulación del mercado! ¿Desde cuándo los mercados eran verdaderamente libres?

¿Por qué aceptaron participar Inglaterra y Francia en esta manifiesta manipulación del mercado? Estaban muy agradecidos a EE.UU. por vencer en la Segunda Guerra Mundial. Era hora de que EE.UU. cobrara la deuda. En el caso de Alemania y Japón, naciones derrotadas y ocupadas, no tenían otra alternativa que rendir pleitesía al gran hermano EE.UU.


La crisis financiera asiática


Basta con recordar lo que sucedió durante la crisis financiera asiática. Las economías “tigre” fueron debilitadas y atacadas y sus monedas entraron en caída libre. El desarrollo económico de Malasia fue gravemente amenazado. Pero el Primer Ministro de entonces, Tun Dr. Mahathir Mohamad tuvo la previsión y el coraje de enfrentar a las elites financieras globales e impuso controles de capital y divisas extranjeras. El Primer Ministro fijó unilateralmente la tasa de cambio del ringgit en RM 3,80 por dólar. Los especuladores del cambio de divisas fueron fuertemente afectados y nunca se recuperaron de este sorpresivo contraataque.


Aunque se realizó esta intervención sin precedentes para salvar la economía nacional y el sustento de 23 millones de malasios, las elites financieras globales intervinieron a través del sistema bancario fantasma para manipular el mercado, obtener beneficios obscenos y saquear.


Ahora plantearemos la pregunta del billón de dólares.


¿Cómo deciden China o EE.UU. que un dólar estadounidense es equivalente a 6.7 yuan o la tasa que se sea?


Antes de considerar la pregunta es importante que comprendamos cómo China pudo en un período de tiempo relativamente corto, acumular una cantidad tan inmensa de reservas en dólares y convertirse en el acreedor Nº 1 de EE.UU.


En su gran proyecto de hegemonía financiera, las elites financieras de EE.UU. propusieron a las elites financieras chinas que a cambio de masivas FDI [inversiones extranjeras directas] y subcontratación de industrias por EE.UU., China debería suministrar bienes baratos al mercado estadounidense y mantener una tasa de cambio acordada. Este proyecto fue el punto central de una expansión de créditos sin precedentes en el sistema financiero global, porque una expansión tan rápida del crédito sería extremadamente inflacionaria. Como China puede suministrar todo el espectro de bienes a menos de un diez por ciento del precio prevaleciente, las elites financieras sabían que podrían inundar el casino global con dólares sin tener que preocuparse por la inflación.

Y como dicen, el resto es historia.

Este arreglo sirvió bien a EE.UU. y a China durante dos decenios, en realidad demasiado bien, ya que resultó en que China tiene las mayores reservas en dólares del mundo y es el mayor acreedor de EE.UU.

Volviendo a la pregunta del billón de dólares, como indicamos anteriormente la tasa de cambio es determinada por los respectivos bancos centrales. Recientemente, el Gobierno de Obama ha estado presionando a China para que reevalúe su moneda. Ante la presión y para evitar una guerra comercial, China permitió que su moneda aumentara ligeramente su valor. De hecho, esto sucedió justo antes de la Cumbre del G-20 en Toronto.


Aunque el arreglo mencionado (específicamente el acuerdo sobre la tasa de cambio) ha servido su propósito original, ya no se puede mantener. Esto se debe a que el actual vínculo entre el yuan y el dólar distorsiona el mercado de cambios y exacerbará todavía más la actual crisis financiera global.

Como resultado del tsunami financiero global, EE.UU. vuelve a estar en suspensión de pagos. Pero esta vez Obama no puede hacer lo que hizo Nixon en 1971.


The Daily Reckoning evaluó correctamente la situación cuando dijo a sus suscriptores:


Espere un poco. Seguimos siendo Número 1, ¿verdad?

Sí… en el sentido de que podemos, teóricamente, tener la supremacía total en el mundo. Es decir, si los chinos lo permiten. Tienen tanto dinero nuestro y tantos bonos nuestros, que si deciden deshacerse de ellos, estaremos en un maldito aprieto. Porque no pagamos suficientes impuestos para financiar nuestros programas sociales y el Pentágono al mismo tiempo. No nos lo podemos permitir. De modo que los simpáticos chinos nos prestan dinero.

Pero no os preocupéis. Nos han prometido que no se desharán de nuestros bonos. Y estamos seguros de que cumplirán con su promesa mientras quieran hacerlo.


Que sepamos, ningún imperio que haya tenido que pedir prestado a sus rivales ha durado mucho tiempo. Gran Bretaña se vio en esa situación en la Primera Guerra Mundial. Ya no se pudo permitir los costes de mantenimiento del imperio –incluido el inmenso coste de la guerra en sí- De modo que pidió prestado a EE.UU. Los alemanes también pidieron prestado a prestamistas de EE.UU. Pero los prestamistas de EE.UU. a Gran Bretaña tenían más dinero en Nueva York y más poder en Washington. De modo que EE.UU. entró en la guerra al lado de Gran Bretaña en lugar del lado alemán.


Entonces, en la Segunda Guerra Mundial, cuando se puso a un general estadounidense a cargo del Día D, quedó claro que Gran Bretaña había cedido la posición del “perro guía” a EE.UU. Fue una entrega amistosa, lograda por la fuerza de la economía en lugar de por la fuerza de las armas. EE.UU. no tuvo que derrotar a Gran Bretaña usando la fuerza militar. Simplemente sólo tuvo que financiarla.

Pocos años después, durante la crisis de Suez, Gran Bretaña aprendió lo que era ser una potencia subordinada. Descubrió que ya no podía mandonear a su gusto sin la aprobación de EE.UU.


Pero eso es en el frente militar. En casa, los británicos descubrieron que eran pobres… y que se empobrecían paulatinamente. Bajo el peso de crecientes programas de asistencia social y un imperio que se achicaba, la economía británica se hundió. Sus antiguos aliados –Francia y EE.UU.– vivieron un boom en los años de posguerra. Lo mismo ocurrió con sus antiguos enemigos –Japón y Alemania- Pronto, no sólo sus amigos se hicieron más ricos y poderosos… sino también sus adversarios.


De modo que ahora tenemos una situación ridícula en la cual EE.UU. debe billones de dólares a sus acreedores globales (especialmente a China), es insolvente, y sin embargo, la tasa de cambio no refleja la debilidad subyacente de EE.UU.


También tenemos la situación en la cual China ha estado vendiendo bienes y servicios a EE.UU. y se le está pagando con una moneda de papel higiénico que no tiene otro valor que el valor artificial y arbitrario impreso en el papel. China, por su parte, presta esos papeles higiénicos de vuelta a EE.UU. para que pueda comprar más bienes y servicios de China. EE.UU. no tiene dinero para pagar a China, de modo que crea dinero de la nada, a través de la impresora electrónica y lo utiliza para pagar a China.


Hablando en serio, ¿cuánto puede durar esta farsa?


En 1985, tuvimos el Acuerdo Plaza para rescatar al tigre de papel estadounidense. La respuesta entonces fue devaluar el dólar de EE.UU. Pero Japón sufrió veinte años de estancamiento.

¿Por qué no han adoptado los mismos países –el Reino Unido, Francia, Alemania y Japón– una estrategia similar en esta coyuntura, aumentando así las exportaciones de EE.UU.?


Es simple:

  1. EE.UU. ha subcontratado una parte tan grande de sus exportaciones anteriores a China y a otros países que no tiene suficientes productos significativos que exportar para que conseguir una diferencia sustancial en el déficit comercial.
  2. Durante el último decenio, las principales exportaciones de EE.UU. fueron, y siguen siendo, “Productos Financieros” –las basuras empaquetadas como Obligaciones de Deuda Colateralizadas (CDO), calificadas AAA y vendidas a inversionistas (es decir jugadores) ingenuos en todo el mundo- EE.UU. fue el centro del casino global de derivados, administrado por el Cártel Bancario Fantasma.
  3. Ha habido tal expansión crediticia en dólares de EE.UU. en los últimos diez años, así como de dólares de papel en el sistema financiero global, que todo intento de devaluar el dólar resultaría en una caída libre descontrolada, y la destrucción total de la economía de EE.UU.
  4. Y China ha mantenido artificialmente el valor actual del dólar de EE.UU. para evitar el estatus de que lo degraden a basura al mantener su actual tasa de cambio con el dólar (y dentro de una estrecha banda de fluctuación).
  5. Por lo tanto, a corto plazo, China es cómplice, junto con otros bancos centrales importantes, en el engaño a la gente de a pie en el sentido de que el sistema global de dinero sin cobertura sigue siendo saludable. Pero, al desclasificar un punto a EE.UU., China y las elites globales esperan que el engaño pueda mantenerse durante un cierto tiempo para que China y otros países puedan librarse de sus masivos activos en dólares estadounidenses. Pero la situación es tan volátil que nadie, absolutamente nadie, puede decir con seguridad cuándo un niño llegará a gritar la denuncia proverbial: “¡Eh, el emperador está desnudo!”
  6. También es obvio para las elites financieras globales que si hubiera una fuga masiva de los activos en dólares hacia activos en euros habría una caída descontrolada del dólar de EE.UU. Los bancos globales europeos están hasta aquí con sus posesiones de activos en dólares basura y por lo tanto sufrirían inmensas pérdidas muy por encima de su exposición en préstamos en euros a los países “PIIGS” (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España). A diferencia de la época del Acuerdo Plaza, ahora mismo nadie quiere una devaluación del dólar. Cuando comience el descenso, nadie podrá detener la caída. Los banqueros centrales están sentados sobre el filo de la navaja. ¡Huy!
  7. De modo que, la “crisis griega” se creó para impedir una huída semejante de activos en dólares a activos en euros. Grecia es la “Mary Poppins” en el sistema financiero general. Su PIB no es ni siquiera un 3% de la eurozona. En contraste, California está en bancarrota y es más crucial para la economía de EE.UU. Es la 7ª economía del mundo por su tamaño. Sin embargo, la bancarrota de California no tuvo el impacto debido en la economía de EE.UU. Esto se debe a que los medios de comunicación globales aseguraron no destacar la bancarrota. En vez de eso, el sensacionlismo fue que el euro iba hacia un crac. ¿El resultado? La huida hacia el euro se paró en seco.
  8. Alguien lo fastidió todo. El culpable desde el punto de vista de las elites financieras globales fue el indomable Irán. China y Rusia estaban jugando juegos geopolíticos en sus relaciones comerciales con Irán con la esperanza de que el presidente Ahmadineyad no arruinaría la fiesta antes de que estuvieran listos para librarse de sus masivos activos en dólares. EE.UU. e Israel jugaron el papel del implacable mientras China y Rusia se hicieron inicialmente los blandos, en un papel tan típico de los roles policiales cuando se trata de extraer concesiones y / o confesiones. Pero las verdaderas intenciones de China y Rusia se revelaron cuando, exasperadas por la resistencia y el desafío de Irán, optaron por imponer severas sanciones a ese país. El cuarteto no se preocupó por mantener la farsa. El tema de las armas nucleares sólo fue una pantalla de humo para engañar al mundo ante la inminente implosión financiera.

La desclasificación por China tiene que verse como lo que es, una seria advertencia de que se acerca el fin. Hay que bajar el telón sobre la farsa.

Otra señal de que se acerca el fin fue cuando el Banco de Pagos Internacionales (BIS) cambió al oro como garantía para un crédito extendido a un fondo soberano (con gran probabilidad Portugal) a través de entidades comerciales. El oro, considerado otrora una “reliquia primitiva” ha vuelto a estar de modo en cambios de moneda. ¿Quién lo hubiera imaginado hace unos meses? En cierto sentido, hemos vuelto al punto de partida. En 1971, Nixon suspendió la convertibilidad del dólar de EE.UU. Hoy, el BIS ha dado los primeros pasos para devolver al oro al lugar que le corresponde.

No importa cuánto traten los banqueros centrales y China de impedir que reviente la burbuja de la deuda soberana, no lo lograrán.

Tarde o temprano, China tendrá que tomar la decisión del Siglo XXI –deshacerse del dólar y permitir que las economías globales sufran severo dolor a corto plazo, durante cinco o diez años, o cometer suicidio masivo junto con EE.UU., el Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y Japón.

China es actualmente el único país que puede sobrevivir a la próxima devastación financiera con el menor dolor, ya que le será relativamente fácil transformar su economía impulsada por la exportación a otra basada en el interior –aprovechando el ilimitado potencial de sus 1.500 millones de habitantes. China puede hacer en un breve año, tal vez en un máximo de dos, lo que para otras economías desarrolladas significaría una tarea de una generación.

Un aumento marginal en el poder de compra de sus ciudadanos absorbería toda la disminución en los mercados de exportación.

El hecho de que el yuan esté apuntalando al dólar significa que el yuan y no el dólar es la moneda indiscutida de reserva global. Si China reevalúa drásticamente el yuan, todas las monedas sin cobertura se orientarían hacia una caída libre descontrolada.


No seamos ingenuos y no nos engañemos. Es pura pantomima que EE.UU. pida a China que reevalúe el yuan y que China se resista a una reevaluación. Este juego de tira y afloja monetario es una pantalla de humo para dar crédito al hecho de que el dólar no es basura sino AA, aunque haya bajado un punto desde AAA.


El hecho de que tantos economistas entrenados en Occidente no hayan encarado o sacado a la luz este tema sólo puede significar dos cosas, o son verdaderamente ignorantes o forman parte de esta gran farsa, echándonos humo a los ojos.

Sea paciente. Invierta en oro. ¡Prepárese para el Acto II del Apocalipsis financiero!

© Copyright Matthias Chang, Global Research, 2010
Matthias Chang es malasio. Es abogado de 32 años y fue secretario político del cuarto Primer Ministro de Malasia, Tun Dr. Mahathir Mohamad. Es autor de tres libros: Future FastForward, Brainwashed for War, Programmed to Kill, publicados en EE.UU. y en Malasia. Reside en Kuala Lumpur, Malasia.


Fuente: www.globalresearch.ca/PrintArticle.php?articleId=2017
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Nota en castellano:
Rebelión.org .
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20 de julio de 2010

Crisis del euro, crisis de la Unión Europea

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por Jean-Claude Paye

Lejos de ser resultado de la acción de la «invisible mano del mercado», la crisis del euro es fruto de una estrategia pacientemente preparada por Christina Rohmer y el Comité de Consejeros Económicos de la Casa Blanca. El objetivo es salvar la economía estadounidense obligando los capitales europeos a cruzar el Atlántico en busca de protección y poniendo en definitiva bajo control estadounidense la economía de los Estados de la eurozona, a través del FMI y de la propia Unión Europea. Jean-Claude Paye analiza las primeras etapas del proceso actualmente en marcha.
La crisis del euro es el resultado del de una decisión política, una decisión deliberadamente escogida por las autoridades de la Unión Europea, cuyo objetivo es la de empeñar y debilitar el euro comunitario en vez de restructurar la deuda pública griega. Una restructuración de dicha deuda habría resguardado y protegido al euro pero habría exigido una contribución de los bancos, los cuales perdían una parte de sus créditos en la operación. Las instituciones financieras [comerciales privadas] francesas habrían soportado o perdido alrededor de 50 mil millones de la deuda griega si hacemos el balance de sus cuentas, mientras que 28 mil millones habrían sido a cargo de los bancos alemanes [1].

Sin embargo, la protección para salvar algunos miles de millones de euros de las instituciones financieras no justifica que se tome un tal riesgo que perjudique y debilite al euro. La clave fundamental de todo esto, es decir poniendo la presión sobre la moneda común [el euro], es el de hacer pagar la crisis a los trabajados que perciben un salario y efectuar de esta manera una gigantesca transferencia de ingresos (de beneficios y/o ganancias) hacia las empresas comerciales, principalmente hacias las instituciones financieras.

Una ofensiva bajo dirección estadounidense

El tamaño de la transferencia es tal que puede ser piloteada únicamente por las instituciones financieras europeas, pero conducido por los mercados y su brazo armado, es decir la administración estadounidense.
La crisis del euro fue desencadenada por un ataque bien concentrado de agencias de notación estadounidenses como la Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch [primeramente] contra la deuda de Grecia, de España y de Portugal.

La baja de las notas de estos tres países por las agencias norteamericanas, sobre todo aquella que tenía que ver con Grecia, relegada a un segundo plano, a la categoría de inversiones especulativas, es la consecuencia de una acción coordinada y concentrada. La baja de notación [calificación financiera de la deuda griega] es la continuación de una serie de decisiones repetidas y en poco tiempo. Estos ataques han sido apoyados por el aparato estatal US, sobre todo por las declaraciones alarmistas [generando pánico en los inversores] del consejero económico del presidente Obama, que fue a su vez un ex presidente de la Reserva Federal de los EEUU, me refiero a Paul Volker, quien habló de una futura desintegración de la zona euro.

El ataque contra el euro aparece como un pretexto sobre todo cuando se sabía que «desde 2004 las autoridades griegas hacían trampas en sus cuentas» [2] y todo esto sin ninguna reacción de las agencias de notación en su contra.

Esta ofensiva contra el Euro es en primer lugar una acción destinada a llevar hacia los Estados Unidos los capitales extranjeros necesarios para la cobertura del déficit creciente de la balanza financiera de Estados Unidos.

Es una señal de advertencia destinada a países como China que había empezado a reequilibrar sus reservas de divisas comprando euros en detrimento del dólar. Para Estados Unidos se trata, en efecto, de una cuestión urgente. Hasta 2009 la financiación de sus déficits y la defensa del dólar estaban asegurados por un saldo positivo de los flujos financieros. Pero durante ese mismo año, si bien el movimiento de los capitales sigue siendo positivo, ya no logra compensar los déficits. En un montante [monto] de 398.000 millones de dólares [3] el saldo se vuelve negativo. A nivel puramente económico, la ofensiva contra el euro está en la misma vena que la lucha contra el fraude fiscal iniciada por el presidente Obama en 2009 [4]. Se trata trata de aspirar, chupar los capitales con dirección al regazo de Estados Unidos.

Una operación para desmantelar la Unión Europea

Esta acción táctica va acompañada de una operación estratégica, la de un movimiento de desmantelamiento de la Unión Europea a beneficio de una unión económica que cubra ambos continentes, cuya manifestación más visible es el proyecto de creación de un gran mercado trasatlántico [5]. En función de este segundo objetivo se puede comprender la actitud de Alemania que tanto a nivel de la lucha contra el fraude fiscal como al del ataque contra el euro ha proporcionado apoyo a la ofensiva estadounidense. Esta actitud es coherente con el compromiso privilegiado de este Estado europeo en el establecimiento de una unión económica trasatlántica.

La Unión Europea se construyó en torno a Alemania y se estructuró según sus intereses. Alemania, país que económicamente era el más eficiente en el momento de la instalación del gran mercado, sin apremio político, sin gobierno económico y transferencias importantes a las zonas desfavorecidas, pudo hacer que actuaran sus ventajas económicas comparativas. Hasta este año la zona euro absorbe tres cuartas partes de las exportaciones alemanas [6]. Tanto por medio de las declaraciones de sus responsables políticos y de sus banqueros como por medio de la repetida exhibición de sus dudas, ha contribuido a la eficacia de la ofensiva contra el euro. Para Alemania los beneficios de esta acción son inmediatos. La bajada de la moneda común permite aumentar las exportaciones alemanas fuera de la zona euro. Además, este país puede financiar mejor sus propios déficits. La crisis y la huida hacia la calidad que engendra permiten a las obligaciones alemanas situarse con una tasa de interés reducido.

Si da la impresión de que a largo plazo Alemana está aserrando la rama sobre la que está sentada es que ha decidido cambiar de rama y quiere integrarse en un conjunto más amplio: el gran mercado transatlántico. La «construcción europea» está en la encrucijada. Si hasta ahora ha permitido un desarrollo permanente de Alemania, este proceso no puede continuar según las mismas modalidades. La UE no puede salir de la crisis sin establecer un gobierno económico que administre una política económica común, una armonización del desarrollo y, para ello, asegurar las transferencias financieras consecuentes hacia los países y regiones más desfavorecidos.

Esta gestión política está en completa oposición con el simple pacto de estabilidad promovido por Alemania. La política presupuestaria de disminución acelerada de los déficits que se ha vuelto a imponer en nombre de este pacto se va a hacer en detrimento del poder adquisitivo de las poblaciones y no se puede realizar sin una recesión económica. La zona euro no puede seguir siendo la salida privilegiada de las exportaciones alemanas. Alemania ha elegido: el gran mercado transatlántico y el mercado mundial.

Bajo la tutela del FMI

En vez de reestructurar la deuda de los países en quiebra, lo que habría hecho recurrir a los bancos, Europa ha establecido dos fondos de intervención. Tanto los 110.000 millones de euros de ayuda a Grecia como los 750.000 millones de préstamos y de garantías tienen por objeto someter a los países receptores a las condiciones del FMI, en el que Estados Unidos tienen la mayoría de los derechos de voto. En caso de depresión o incluso de estancamiento económico, la política de consolidación de los gastos públicos está abocada al fracaso. Los 750.000 millones [7]. que se han previsto de ayuda servirán para reembolsar a los bancos en detrimento del poder adquisitivo del contribuyente y este pago a las instituciones financieras aumentará en la misma proporción la recesión. Este dispositivo de socorro está previsto que dure durante tres años.

Aunque nada impedía asumir el volumen íntegro del fondo, el Eurogrupo prefirió dejarse amarrar al FMI, donde Estados Unidos dispone de la mayoría de los votos. Esa sumisión voluntaria reproduce, en una versión más amplia, el esquema ya construido anteriormente en el caso de Grecia. Este último programa alcanza un monto de 110 000 millones de euros, de los que 30 000 provienen del FMI.

¿Qué significa la decisión del Consejo Europeo de incluir al FMI en el sistema instaurado para socorrer a los países de la eurozona? Si echamos un vistazo a las recetas que aplica esa institución internacional a los países que reciben sus préstamos, comprobaremos que el modus operandi es siempre el mismo: impone una reducción del salario directo e indirecto, la privatización de los servicios públicos y la supresión de las políticas sociales. La política del FMI siempre ha dado lugar a un empobrecimiento de los pueblos [8].

En caso de depresión, o incluso de estancamiento económico, la «política de consolidación de los gastos públicos» está condenada al fracaso. Los 750 000 millones de ayuda ya previstos no servirán más que para rembolsar a los bancos en detrimento del poder adquisitivo de los contribuyentes y la entrega de esa suma a las instituciones financiera agravará la recesión en la misma medida. La imposición del tutelaje del FMI y la creación de fondos de ayuda a los bancos son por lo tanto dos aspectos complementarios de una misma política. Se trata, en realidad, de concretar una importante redistribución de los ingresos a favor de las empresas financieras.

¿Qué futuro tiene la Unión Europea?

Una operación de ese tipo contra los ingresos de los pueblos tiene que pasar por la neutralización de todo proceso de decisión a nivel de los Estados nacionales –estructura que aún proporciona a la ciudadanía algunos medios de defensa– en beneficio de los mecanismos del mercado, situados totalmente fuera del alcance de cualquier tipo de presión de carácter político. El problema es saber qué papel van a desempeñar las instituciones europeas en ese proceso tendiente a dejarnos a merced de los mercados financieros.

La primera respuesta a esa interrogante es el acuerdo que estipula que los presupuestos de los Estados de la eurozona se someterán a la tutela de un organismo conformado por la Comisión, el Banco Central Europeo y el Eurogrupo.

Bruselas penalizará a los países que no logren reducir su deuda a menos del 60% del PIB. El texto incluye la posibilidad de imponerles sanciones incluso en que caso de que no lleguen a sobrepasar el actual límite del 3% del PIB que se establece en el Pacto de Estabilidad. La idea es tener la posibilidad de poner en marcha una serie de procedimientos, por exceso déficit, contra los países que no logran reducir su deuda lo suficiente [9]. Tampoco se excluye una posterior modificación de los tratados para anular el derecho de voto de esos Estados en las reuniones ministeriales.

Está llamado a generalizarse el modelo alemán, que cuenta con el apoyo de Francia, y que consiste en convertir el equilibrio presupuestario en un principio incluido en la Constitución, lo cual eliminaría definitivamente la posibilidad, ya actualmente muy tenue, de adoptar iniciativas presupuestarias. La situación de los Estados miembros ante la Unión Europea sería entonces similar a la situación de los Estados que componen los Estados Unidos ante la autoridad del gobierno federal. No se trata, sin embargo, de fortalecer la construcción europea sino, por el contrario, de consolidar el poder de los mercados liquidando toda posibilidad de iniciativa política.

La construcción europea fue impuesta por Estados Unidos, el cual después de la [Segunda] guerra [Mundial] la convirtió en la condición para conceder las ayudas del Plan Marshall [10]. La construcción se realizó en torno a Alemania, cuyos intereses inmediatos eran complementarios de los de Estados Unidos.

El ataque contra el euro y la operación de desmantelamiento de la Unión Europea resultan también de una ofensiva lanzada por Estados Unidos y de la que han tomado el relevo la primera economía del antiguo continente, así como las instituciones de la UE. La Comisión y el Consejo confirman así su participación en la descomposición de la Unión y su integración en una nueva estructura política y económica transatlántica bajo la dirección de Estados Unidos, un papel que ya ha desempeñado a través de las negociaciones de los acuerdos sobre la transferencia de datos personales de los ciudadanos europeos a Estados Unidos [11] y de las que tienen por objeto la creación de un mercado que reagrupe a ambos continentes.

Poner el sistema de administración económica de Europa bajo la tutela del FMI constituye una etapa suplementaria en la eliminación de toda la capacidad de iniciativa de los países miembros de la Unión Europea así como una fase de transición con vistas a su integración a un bloque transatlántico. Se mantendrá el euro, pero no será más que un cascarón vacío. La supresión de la moneda común no es conveniente ni para Alemania –para la economía alemana, un regreso a un DM valorizado como moneda refugio equivaldría a un suicidio [12] –ni para Estados Unidos– que no tiene ningún interés en extender la soberanía de su propia moneda y el uso de los privilegios que ella implica.

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[1] Paul Seabright, « Ce sont les banques que l’on sauve, pas la Grèce », diario francés Le Monde, le 17 mai 2010 (Son los bancos los que son rescatados en la crisis financiera griga y no la Grecia).

[2] Declaración de Jean Arthuis, presidente de la Comisión de Finanzas en el Senado francés, in «Grèce: le rôle des agences en question» (interrogante acerca del comportamiento de las agencias de notación), AFP, 28 de abril de 2010.

[3] «Les flux financiers et la pérennité du dollar», Economie et crise aux USA-Blog diario francés Le Monde.fr, 19 de abril de 2010.

[4] «G-20: definiendo quien manda en los mercados financieros», y «Lutte contre la fraude fiscale ou main mise sur le système financier international?», por Jean-Claude Paye, Réseau Voltaire, l9 de abril y 3 de marzo de 2009.

[5] «El futuro gran mercado transatlántico», Red Voltaire, por Jean-Claude Paye, 18 de febrero de 2009.

[6] Michel Aglietta, «La longue crise de l’Europe», Le Monde, 17 de mayo de 2010.

[7] «La zone euro met en place son fonds de secours historique» (La zona euro coloca una suma de dinero de ayuda urgente sin precedentes históricos), agencia de noticias francesa AFP, 7 de junio de 2010.

[8] Raphael Massi, «Le FMI attaque» (El FMI ataca), International Nieuws Agoravox, 13 de junio de 2010.

[9] Guillaume Errard, «Déficits: Bruxelles devra valider les budgets nationaux» (Deficits, Bruselas deberá validar los presupuestos nacionales), diario francés Le Figaro.fr, 6 de junio de 2010.

[10] «Historia secreta de la Unión Europea», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 16 de enero de 200, y «L’histoire du Bilderberg racontée à Y. Calvi et J.F. Khan» (La historia del Bilderberg contada a Y. Calvi et J.F. Khan), por Laurence Kalafatides, Oulala.net, 20 de mayo de 2008.

[11] «Nuevo abandono de la soberanía europea», por Jean-Claude Paye, Red Voltaire, 20 de diciembre de 2009.

[12] Jean-Michel Vernochet, «€uro: la hipótesis de lo peor», Red Voltaire, 18 de mayo de 2010.

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Fuente: Red Voltaire
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