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Por Hedelberto López Blanch
Rebelión
Los pronósticos hechos hace cinco meses por el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz sobre el fracaso que conllevaría la aplicación de los recortes presupuestarios británicos se han ido convirtiendo en realidad antes de finalizar 2010.
La crisis económica-financiera aprieta cada vez más a las naciones integrantes de la Unión Europea. En el caso del Reino Unido, el gobierno de coalición dirigido por el conservador David Cameron aprobó drásticas reducciones del gasto público que ya afectan fundamentalmente a las capas más desfavorecidas del país.
Las rebajas fueron radicales y alcanzan hasta 40% de los presupuestos de algunos ministerios para un período de cinco años, es decir, mucho más de 10% a 25%, que había anunciado el jefe de Finanzas del gobierno, George Osborne, el pasado mes de junio.
En aquella ocasión Stiglitz, también profesor de economía y finanzas en la Columbia Business School afirmó al diario inglés The Independent, que la propuesta presentada por Osborne provocaría una recesión profunda y dañaría a millones de británicos.
Como preparación de una fuerte campaña propagandística a favor de las medidas que se avecinaban, una entidad creada por el gobierno conservador-liberal, denominada Oficina de Responsabilidad Fiscal (ORF), divulgó que en 2010, el déficit fiscal llegaría a 230.000 millones de dólares, o sea, 10,5% del Producto Interno Bruto (PIB).
La ORF auguraba que para 2015 la deuda acumulada estaría en el orden de los 2.000 billones de dólares y los intereses a pagar a los acreedores rebasarían los 100.000 millones de dólares anuales.
Si en junio, a solo un mes de llegar al poder la coalición de conservadores y liberales, se anunciaba que los recortes no tocarían a la salud y a la educación, ahora éstos ya han entrado en el ruedo pues Londres pretende ahorrar a toda costa más de 80.000 millones de libras (126.000 millones de dólares) hasta el final de la legislatura en 2015.
Entre las medidas se encontraban: aumento del impuesto al consumo de 17,5% a 20%; congelación de los impuestos municipales; tributo a los bancos por unos 2.000 millones de libras; subida de impuestos al capital en posesiones no empresariales tales como segundas casas; recorte del subsidio a la vivienda; reducción de 10% a 25% de los gastos ministeriales.
Ahora se incluye una reducción de los subsidios sociales por valor de 18.000 millones de libras (28.000 millones de dólares), con lo cual los Tories en el poder, según los analistas, se encaminan a desmantelar el estado de bienestar social instaurado tras la Segunda Guerra Mundial.
La Organización Internacional y del Trabajo informó de que en el trimestre abril-junio la cifra de parados en el Reino Unido llegó a 2.640.000, que representa 7,9% de la mano de obra económicamente activa.
La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria estimó que con las nuevas imposiciones anunciadas a principios de noviembre por el ministro Osborne, se perderán 600.000 empleos en el sector público y una cifra similar en el sector privado, lo cual afectará a la población más pobre.
Para Stiglitz, la fórmula de reducción de gastos propuesta en el Reino Unido, disminuye la actividad económica por contracción de la inversión, aumenta por tanto el desempleo, baja el monto de dinero por impuestos y no hay suficiente riqueza para pagar las deudas.
Los Tories han ido más lejos al proponer sanciones para desempleados que rechacen ofertas laborales como jardinería y limpieza de calles, con el riesgo de perder los subsidios ante cualquier negativa. Además, el plan unificará el pago en un único subsidio para las personas sin trabajo en lugar de las 30 categorías actuales de cobro.
Los sindicatos han anunciado la proyección de masivas manifestaciones para protestar contra las acciones económicas de los conservadores, mientras que el portavoz del Partido Laborista, Alan Jhon-son, calificó el presupuesto de injusto e insensato e incluso falso con respecto a algunas estadísticas.
Las mayores protestas hasta ahora transcurrieron en la primera quincena de noviembre cuando más de 50.000 jóvenes se lanzaron a las calles y un centenar penetró en la sede del Partido Conservador en Londres para rechazar la anunciada subida de las matrículas universitarias.
Los jóvenes rompieron ventanales en la planta baja y se introdujeron en el vestíbulo del edificio 30 Millibank, que alberga el cuartel general de la formación liderada por el primer ministro David Cameron a orillas del Támesis, en el céntrico barrio de Westminster, según reportes de prensa. El gobierno anunció el 3 de noviembre un aumento de las matrículas universitarias antes de 2012, algunas de las cuales podrían llegar a triplicar sus costos.
En la actualidad, el importe tiene un tope de 3.290 libras (5.300 dólares) anuales por alumno, pero el gobierno anunció la intención de aumentarlas hasta 6.000 libras (9.650 dólares) e incluso 9.000 libras.
Con la situación imperante en el Reino Unido, más de 50% de los estudiantes no pueden encontrar trabajo y la mayoría no podrá pagar las matrículas.
La crisis mundial que ha dado una estocada al sistema capitalista, el mal manejo de la economía inglesa y los gastos en que esta ha incurrido para ayudar a Estados Unidos a mantener las ocupaciones en Iraq y Afganistán, han llevado a esa nación europea a una situación embarazosa. La culpa de los deslices y desaciertos que durante años han cometido los funcionarios políticos, el gobierno conservador-liberal quiere resolverlos ahora a expensas de la población. La reducción de programas sociales, el incremento del desempleo y por ende, el aumento de la pobreza perseguirá a los ingleses en los próximos años.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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Por Hedelberto López Blanch
Rebelión
Los pronósticos hechos hace cinco meses por el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz sobre el fracaso que conllevaría la aplicación de los recortes presupuestarios británicos se han ido convirtiendo en realidad antes de finalizar 2010.
La crisis económica-financiera aprieta cada vez más a las naciones integrantes de la Unión Europea. En el caso del Reino Unido, el gobierno de coalición dirigido por el conservador David Cameron aprobó drásticas reducciones del gasto público que ya afectan fundamentalmente a las capas más desfavorecidas del país.
Las rebajas fueron radicales y alcanzan hasta 40% de los presupuestos de algunos ministerios para un período de cinco años, es decir, mucho más de 10% a 25%, que había anunciado el jefe de Finanzas del gobierno, George Osborne, el pasado mes de junio.
En aquella ocasión Stiglitz, también profesor de economía y finanzas en la Columbia Business School afirmó al diario inglés The Independent, que la propuesta presentada por Osborne provocaría una recesión profunda y dañaría a millones de británicos.
Como preparación de una fuerte campaña propagandística a favor de las medidas que se avecinaban, una entidad creada por el gobierno conservador-liberal, denominada Oficina de Responsabilidad Fiscal (ORF), divulgó que en 2010, el déficit fiscal llegaría a 230.000 millones de dólares, o sea, 10,5% del Producto Interno Bruto (PIB).
La ORF auguraba que para 2015 la deuda acumulada estaría en el orden de los 2.000 billones de dólares y los intereses a pagar a los acreedores rebasarían los 100.000 millones de dólares anuales.
Si en junio, a solo un mes de llegar al poder la coalición de conservadores y liberales, se anunciaba que los recortes no tocarían a la salud y a la educación, ahora éstos ya han entrado en el ruedo pues Londres pretende ahorrar a toda costa más de 80.000 millones de libras (126.000 millones de dólares) hasta el final de la legislatura en 2015.
Entre las medidas se encontraban: aumento del impuesto al consumo de 17,5% a 20%; congelación de los impuestos municipales; tributo a los bancos por unos 2.000 millones de libras; subida de impuestos al capital en posesiones no empresariales tales como segundas casas; recorte del subsidio a la vivienda; reducción de 10% a 25% de los gastos ministeriales.
Ahora se incluye una reducción de los subsidios sociales por valor de 18.000 millones de libras (28.000 millones de dólares), con lo cual los Tories en el poder, según los analistas, se encaminan a desmantelar el estado de bienestar social instaurado tras la Segunda Guerra Mundial.
La Organización Internacional y del Trabajo informó de que en el trimestre abril-junio la cifra de parados en el Reino Unido llegó a 2.640.000, que representa 7,9% de la mano de obra económicamente activa.
La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria estimó que con las nuevas imposiciones anunciadas a principios de noviembre por el ministro Osborne, se perderán 600.000 empleos en el sector público y una cifra similar en el sector privado, lo cual afectará a la población más pobre.
Para Stiglitz, la fórmula de reducción de gastos propuesta en el Reino Unido, disminuye la actividad económica por contracción de la inversión, aumenta por tanto el desempleo, baja el monto de dinero por impuestos y no hay suficiente riqueza para pagar las deudas.
Los Tories han ido más lejos al proponer sanciones para desempleados que rechacen ofertas laborales como jardinería y limpieza de calles, con el riesgo de perder los subsidios ante cualquier negativa. Además, el plan unificará el pago en un único subsidio para las personas sin trabajo en lugar de las 30 categorías actuales de cobro.
Los sindicatos han anunciado la proyección de masivas manifestaciones para protestar contra las acciones económicas de los conservadores, mientras que el portavoz del Partido Laborista, Alan Jhon-son, calificó el presupuesto de injusto e insensato e incluso falso con respecto a algunas estadísticas.
Las mayores protestas hasta ahora transcurrieron en la primera quincena de noviembre cuando más de 50.000 jóvenes se lanzaron a las calles y un centenar penetró en la sede del Partido Conservador en Londres para rechazar la anunciada subida de las matrículas universitarias.
Los jóvenes rompieron ventanales en la planta baja y se introdujeron en el vestíbulo del edificio 30 Millibank, que alberga el cuartel general de la formación liderada por el primer ministro David Cameron a orillas del Támesis, en el céntrico barrio de Westminster, según reportes de prensa. El gobierno anunció el 3 de noviembre un aumento de las matrículas universitarias antes de 2012, algunas de las cuales podrían llegar a triplicar sus costos.
En la actualidad, el importe tiene un tope de 3.290 libras (5.300 dólares) anuales por alumno, pero el gobierno anunció la intención de aumentarlas hasta 6.000 libras (9.650 dólares) e incluso 9.000 libras.
Con la situación imperante en el Reino Unido, más de 50% de los estudiantes no pueden encontrar trabajo y la mayoría no podrá pagar las matrículas.
La crisis mundial que ha dado una estocada al sistema capitalista, el mal manejo de la economía inglesa y los gastos en que esta ha incurrido para ayudar a Estados Unidos a mantener las ocupaciones en Iraq y Afganistán, han llevado a esa nación europea a una situación embarazosa. La culpa de los deslices y desaciertos que durante años han cometido los funcionarios políticos, el gobierno conservador-liberal quiere resolverlos ahora a expensas de la población. La reducción de programas sociales, el incremento del desempleo y por ende, el aumento de la pobreza perseguirá a los ingleses en los próximos años.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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